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Más Educación ciudadana y más juventud empoderada: para un San Cristóbal diferente y mejor en 10 años

Por. Carlos Salazar

“Las cosas no son como antes…” Una frase que nuestros adultos mayores repiten con frecuencia, y que de vez en cuando también nos encontramos diciendo, sin detenernos a reflexionar en la profundidad de esas palabras. Recuerdo mi época de estudiante alrededor del año 2000, cuando llegaba la hora de Moral y Cívica (una asignatura que, a día de hoy, no entiendo por qué eliminaron o fusionaron en el pensum educativo). Para nosotros, en aquella edad, era una clase que la mayoría consideraba aburrida, pero con el tiempo comprendimos su importancia para los días que nos esperaban fuera de las aulas. Esta materia nos ayudaba a conocer conceptos vitales para ser ciudadanos: fomentaba la participación activa en los procesos democráticos, nos inculcaba el sentido de comunidad y la responsabilidad de ser ciudadanos de paz, plenamente conscientes de nuestros derechos, pero sobre todo de nuestros deberes.

La educación ciudadana nos convierte de inmediato en agentes de cambio y ciudadanos activos, porque empezamos a comprender nuestro rol en la sociedad desde pequeños, fomentando una formación en valores, que tanta falta nos hace hoy en día. Vivimos una época en que los padres tenemos menos tiempo para estar en casa, donde la tecnología y acceso a dispositivos, mal manejados, parece competir con lo fundamental, la educación primaria en el hogar enfrenta serios retos. En nuestro San Cristóbal, es de vital importancia que asumamos un compromiso con la educación cívica. Este proceso es la semilla para un San Cristóbal Diferente y Mejor: una ciudad más organizada, limpia, con menos accidentes de tránsito, mayor sentido de pertenencia, menos embarazos en nuestras niñas y adolescentes, un mejor medio ambiente, y donde nos respetemos y cuidemos como sancristobalenses.

Nuestros jóvenes tienen en sus manos la capacidad de transformar y ser los agentes de cambio que tanto necesita nuestro San Cristóbal. He sido testigo de su energía y mirada visionaria en los encuentros que realizamos desde la fundación, y estoy convencido de que, canalizando estas energías para construir la ciudad que tanto anhelamos y merecemos, motivándolos a usar su voz para el bien común y empoderándolos para participar activamente en su comunidad, el dembow que se escuchará será otro.

Es cierto que las cosas no son como antes, pero también es cierto que el futuro lo construimos nosotros con las decisiones y acciones que tomamos hoy. Por eso promuevo y propongo unir esfuerzos públicos y privados para llevar la educación ciudadana a todos los clubes deportivos, artísticos, parques, calles y espacios naturales de los jóvenes, con un enfoque en cuatro direcciones:

1. Involucrarse en proyectos comunitarios: Emprender proyectos desde los centros educativos, iglesias, juntas de vecinos, asociaciones, fundaciones, etc., que sean sostenibles en el tiempo, tales como campañas de limpieza, talleres educativos, actividades culturales, entre otros.

2. Educarse y educar a otros: La mejor manera de motivar a un joven a participar en algo es viendo a otro joven actuar y liderar acciones en favor de su comunidad. La famosa estrategia de pares: ellos son sus principales influencers.

3. Buen uso de las plataformas digitales: Las redes sociales son herramientas poderosas para la movilización social y la concienciación. Los jóvenes pueden usarlas para promover causas justas, organizar eventos comunitarios y crear redes de apoyo. Es necesario introducir el término “Higiene Digital” en sus conversaciones para, ante todo, promover el uso responsable y combatir los estragos en su salud mental.

4. Participar en política: La política no se trata solo de partidos y elecciones; también incluye la participación en Asambleas Comunitarias, la consulta en proyectos municipales y el seguimiento a la gestión de los líderes locales. Los jóvenes deben entender que su voz cuenta y que pueden influir en las decisiones que afectan su futuro. Y solo al participar activamente en la política, aunque no sea partidista, pueden impulsar los cambios que desean ver.

Paso a paso, pero juntos podemos llevar estas conversaciones a nuestros jóvenes. Convencidos de que la educación ciudadana es el camino, probablemente el único, para que en diez años tengamos el San Cristóbal que deseamos. A pesar de que Moral y Cívica no era la asignatura favorita de mi grupo, estoy seguro de que todos mis ex compañeros estarán de acuerdo en afirmar que esta construyó cimientos sólidos para el bien hacer en sus vidas, y para que hoy uno de ellos escriba preocupado por su ausencia.

Hablemos con los jóvenes, hablemos de ellos y sobre todoescuchémoslos. Porque el futuro de San Cristóbal está en nuestras manos y en las suyas, y es hora de que tomemos la iniciativa para hacerlo realidad.