Opinión

LOS PELEDEÍSTAS SOLO TIENEN ´´TRES´´ OPCIONES…

  1. QUEDARSE EN SU PARTIDO, el de la Liberación
    Dominicana (PLD), levantarlo, con Danilo Medina como
    líder, el mismo que acusa a los peledeístas de la base de
    no fajarse, de no querer hacer nada para mantener a su
    partido en el poder, y solo pedir dinero hasta para llevar a
    un familiar a ejercer el derecho al sufragio o voto.
    Para volver a convertir el partido en una opción de poder,
    deben tener paciencia, pero mucha paciencia, para
    aguantar insultos, irrespeto y hasta que los saquen de las casas
    donde visiten una persona que en el pasado fue su compañero y en la actualidad está
    en otro rumbo político o ya decidió no participar más en esa actividad.
  2. ACOMPAÑAR A LEONEL FERNÁNDEZ REYNA en el partido de La Fuerza del Pueblo
    (LFP) a arrancar de nuevo o de cero, a conquistar a su viejo compañero del PLD, buscar
    y motivar a personas que quieran participar de la actividad política partidaria y estar
    conscientes que Fernández Reyna, ex presidente de la República Dominicana, duró 12
    años en el poder y no pudo resolver ninguno de los problemas principales del país
    como la educación, empleo, salud pública, electricidad, etc.
  3. ENTRAR AL PARTIDO REVOLUCIONARIO MODERNO (PRM), comenzar a hacer carrera
    política en esta organización, ya en el poder, estar claros, pero muy claros, del gran
    compromiso que tiene el partido del dedo pulgar como escudo con su militancia,
    fajarse duro, demostrar lealtad, esperar que le cumplan a esos compañeros que lo
    dieron todo sin pedir recursos para levantar y llevar a este partido al poder y esperar
    unos años para que esa organización los pueda tomar en cuenta, de lo contrario,
    tendrán que abandonar o no seguir en esta carrera para siempre, o ver a este partido
    gobernar por mucho tiempo la República Dominicana con los niveles de decencia y
    decoro, como no lo hizo su partido, el de la Liberación Dominicana (PLD) o ninguno de
    sus líderes

Por Félix de la Rosa